Cayo Coco

1907577_628480103884159_1378925515_n

 

Dejamos atrás Varadero. La playa, la casa de Mili y José, sus banquetes y todas esas cosas que todavía extrañamos.
El día empezó temprano, demasiado temprano. Nos habiamos acostado muy tarde, después de una gran noche en La Cumparsita (ver nota).
Juro que cuando apoyé la cabeza en la almohada alguien me despertó diciendo que nos habían pasado a buscar. Para mí jamás nos dormimos esa noche.

1622709_628476423884527_764758366_n

Nos esperaba un largo día, con casi 400 Km. por delante. Nos subimos al auto con más ganas de dormir que de charlar. Pero como a veces pasa, el conductor no tenía los mismos planes que nosotros. Su nombre era Miguel, y si aquel no fue el mejor viaje en auto de la historia, pega en el palo.
Miguel no quería soportar los 400 Km. sin hablar mientras nosotros dormíamos y se encargo que eso no pase. Arrancó preguntando tímidamente si podía poner  un poco de música, y terminó con la misma al mango, cantando y haciendo coreografías.
Al rato, cuando me di cuenta que no iba a poder dormir, empecé a disfrutar de este entrañable personaje. En el viaje Miguel hizo de todo, desde querer pegarle con un palo a Nico por dormirse, a parar en un pueblo inhóspito preguntando por mujeres, o discutir y pelearse con absolutamente todo el mundo que se nos cruzaba, sea conductor, peatón, empleado o policía. Es difícil de explicar con palabras, pero les juro que fue muy gracioso.

1959781_628475673884602_56437442_n

De las millones de cosas que Miguel dijo durante el viaje, nos dijo por lo menos dos grandes verdades: Que en los cayos estaban los palestinos (Porque la vida en los hoteles no es representativa a vida fuera; eso no es Cuba). Y que los canadienses eran Bobos de nacimiento. Comprobamos ambas.

El Hotel Blau Colonial (En el cual nos alojamos) estaba en refacción, pero no le faltaba nada. Era todo incluido (o «all inclusive») así que se podrán dar una idea de lo que comimos y escabiamos.
Miguel tenía razón, la vida de all inclusive es igual en todos los lugares del mundo. Si fuiste a Cuba y no saliste de los cayos no conociste nada. Hubiera sido lo mismo estar una semana en un hotel de Cancún o Miami.
Da bronca ver como la gente que se hospeda en el hotel maltrata a los empleados del mismo. Piensan que por haber pagado pueden bastardear, exigir o hacer lo que se les cante. No solamente los canadienses o europeos, que eran mayoría, sino muchos latinos y mismo muchos argentinos.
Esto hizo que nosotros terminemos llevándonos extremadamente bien con todos los empleados del hotel, ya que nuestro trato variaba mucho de el del resto.

1969247_628475607217942_780305417_n

Pegamos onda con El DJ del hotel, Joan. Con Él nos quedamos una noche, tomando algo y charlando hasta muy tarde. El relato de Joan nos dio una visión de Cuba que hasta ese momento no habíamos tenido. La mayoría de la gente con la que habíamos hablado o estaba enamorada del gobierno de los Castro o lo odiaba.
Joan nos dio una postura intermedia, y nos contó muchísimas cosas que antes de viajar no teníamos idea. Ademas de todo esto nos dejó poner La Nueva Luna en el boliche del Hotel! Genio, Joan!
El hotel tenia muchas barras, pero Nacho descubrió el primer día una que era de tragos ¨finos¨. Quedaba dentro de uno de los restaurantes del hotel y todas las noches alguien subía al escenario a tocar música, tenía el mejor alcohol del hotel, desde Ron Havana Club añejo, a Johnny Walker.

1609670_628477403884429_808323820_n

Había un piano y un ambiente inigualable. Este bar cerraba a la madrugada, no a la medianoche como el resto. Ahi conocimos al barman, el cual no tomaba alcohol desde hacia 40 años, ya que tenía epilepsia. pero paradojicamente hacía los mejores tragos que probamos en nuestras vidas.

También los bañeros eran unos fenómenos, todas las tardes jugábamos al futbol en una de las canchas del hotel. Nunca nos pudieron ganar, aumentando aún así el invicto histórico que tiene La Cuartera en el exterior. Hasta un día nos invitaron a la ciudad donde ellos vivían a un partido de beisbol, aunque lamentablemente no pudimos ir.

995861_628474573884712_603475674_n

La Raulito es otro personaje del hotel. Estaba a cargo de una barra toda la madrugada (si hubiera nacido en Argentina hubiera estado a cargo de la barra de algun club del ascenso, seguro). Le enseñamos a armar una ¨Jarra¨ o ¨Runa¨ con una botella y llego un momentoo en el cual hasta nos dejo pasar a armar nuestros propios tragos. Decisión de la cual más tarde se arrepintió, porque se descontroló todo demasiado rápido. Le causaba mucha gracia el apodo de Guerrero ¨Coco¨ y todas nuestras expreciones como «CHE», por Ej.

Otro fue Alfonso, un seguridad del cual muchos dudan de si realmente existió, con el cual compartimos varios vasos de ron en una noche de locura.

Podría seguir pero la lista es larga e involucra a demasiados extranjeros poco gratosl, como Timoty o el Gordo Guantanamera, ademas quiero hablar de la mejor playa en la que estuve en mi vida, Playa Pilar.
Playa pilar se ubica en una de los extremos del cayo. Se llega en un micro que recorre todos los hoteles y demora alrededor de 30 minutos.  Es una playa paradisíaca sin olas con agua azul turquesa, en la que uno puede ver hasta 30 metros en profundidad. Durante la dictadura de Batista, la isla de enfrente a la playa, funcionaba como su residencia vacacional. Mucho se le puede criticar a este nefasto personaje de la historia cubana, pero si hay algo en lo que hay que darle la derecha, es que sabía elegir donde armar su casa de fin de semana. Era el paraíso
En el micro que nos llevaba hasta esta playa coincidimos con un grupo de argentinas, que estaban masomenos en la misma que nosotros. Lejos de ser un grupo copado, esa tarde llegamos a enterarnos cosas increibles como que en Argentina no hay nieve (Estaban completamente seguras todas de que esto era así), o que No salieron del hotel en La Habana por miedo a la ¨Inseguridad¨. Era indignante, pero nos contuvimos.
Volvamos a la playa. No lo podía creer, realmente era una playa de película. Se veían estrellas de mar en el fondo (hubo una fuerte pelea entre nosotros entre un sector proteccionista que trato a un segundo grupo de genocidas de estrellas de mar).

1901458_628480867217416_1179331766_n
Del hotel habíamos llevado de todo, comida, bebidas, etcétera. Por eso pudimos disfrutar de todo el día en la playa. Hasta alquilamos un bote y nos adentramos unos cuantos metros en el mar. Era una pileta, el bote iba solo y desde arriba se veía cualquier cosa que había en el fondo del mar.

1511065_628478537217649_481651226_n

Cayo Coco fue eso, comida, alcohol, pileta (hasta había una que tenia una barra en el agua) y todas las comodidades que una persona puede pedir.
Repito, los cayos son hermosos pero no son Cuba. Cuba es la Habana o el interior, hasta Varadero se parece más a Cuba. Pero los cayos son hoteles donde estan los ¨palestinos¨ que solo conocen la arena y que conviven con canadienses que son bobos de nacimiento. (Un saludo a todos los canadienses que nos leen)

1016305_628479597217543_495225921_n

Cuidense, Fede.

 

Un comentario en “Cayo Coco

  1. Pingback: Bendición | Experientia Cuartera

Deja un comentario