La Habana

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La Habana es la puerta de entrada y salida de Cuba. A ésta ciudad llegamos después del viaje más largo de nuestras vidas (Hasta ahora), 24 horas, Buenos Aires, Lima, San Salvador, La Habana.

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Pese al cansancio que puede significar estar un día entero entre aviones y aeropuertos, no teníamos tiempo que perder. Solo teníamos dos días antes de partir para Varadero, y queríamos conocer lo más posible esta famosa ciudad.

En mi opinión, la mejor forma de conocer una ciudad es perdiéndose en la misma. Caminando por las calles se puede apreciar la música, la comida, la cultura y demás, mucho mejor que con cualquier excursión. Y eso fue lo que hicimos. Una vez que dejamos nuestro equipaje en el hotel y nos sacamos el olor a viaje, nos pusimos a andar sin rumbo por los históricos caminos de La Habana.

Y andando llegamos a varios puntos conocidos. El primero fue El Malecón, aquel camino larguísimo que separa a La Habana del mar, con el Fuerte de San Carlos de La Cabaña y La Habana del Este de un lado, y una hermosa vista de la ciudad del otro. La avenida que complementa al Malecón, con los viejos almendrones (Autos emblemáticos que circulan por las calles de Cuba, fabricados hace más de 50 años) yendo y viniendo, hacen aún más nostálgica aquella postal.

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Luego de haber comido una hamburguesa de dudosa procedencia, arribamos en algún momento de la tarde, a La Bodeguita del Medio. Uno de los puntos gastronómicos más famosos de Cuba. De más está decir que tomamos (Entre otras cosas) el que es conocido como el mejor mojito del mundo, mientras disfrutamos de una banda que interpretaba conocidas canciones del país.

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Tras haber dejado nuestra marca en las populares paredes de la bodega, seguimos nuestra interminable caminata, la cual nos llevó a la Plaza de las Armas, una plaza histórica, en donde compramos algunos libros y, cuando la tarde iba llegando a su fin, acompañamos la vuelta al hotel con un exquisito fernet llevado desde nuestro Buenos Aires Querido.

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Llegamos al hotel alrededor de las 20. Y como no había tiempo que perder, nos bañamos y salimos. Algo que aprendimos por la fuerza es a respetar los horarios de los lugares en los que estamos. En Buenos Aires se sale muy tarde. Tan tarde que podemos estar entrando a un boliche a la misma hora que en otro lugar se están yendo. Eso nos costó perder algunas noches en lugares como Brasil en las que salíamos a las 2 de la mañana y la fiesta estaba por terminar. Es precisamente por esto que a las 10 ya estábamos saliendo hacia nuestro destino. Tantas precauciones habíamos tomado que llegamos y el bar estaba aún cerrado, por lo que tuvimos tiempo de cenar en una estación de servicio, en donde comimos dos pizzas extremadamente baratas.

Luego de hacer un poco de tiempo en El Malecón, finalmente logramos ingresar a El Gato Tuerto, un hermoso bar con música en vivo, donde se puede tomar algo en sus mesas, o en la barra. Y también tiene una pista para bailar al ritmo del son cubano.

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La pasamos tan bien que al volver al hotel nos quedamos despiertos, mientras tomábamos un fernet y conversábamos con los que hacían el turno nocturno en el hotel.

A la mañana siguiente y después del desayuno volvimos a las andadas por los caminos de la ciudad. Las vueltas que dimos nos llevaron al Museo de La Revolución. Un lugar necesario para conocer un poco más sobre la gesta revolucionaria del Ejército Rebelde. Al salir del Museo pudimos observar el mítico Granma, barco en el cual llegaron las fuerzas revolucionarias a la isla.

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Se hacía la hora de almorzar y, luego de regatear bastante, conseguimos comer deliciosa comida casera por un precio bastante accesible.

Seguimos recorriendo la ciudad. Fuimos conociendo varias plazas, donde al ser sábado, había bastante movimiento: Mucha gente, mucho color, muchas actividades (Espectáculos teatrales, bailes, y hasta una orquesta juvenil que tocaba en plena calle).

Aproximadamente a las 5 de la tarde, llegamos al otro punto gastronómico famoso de esa hermosa ciudad: La Floridita. Este lugar se hizo conocido por las frecuentes visitas del escritor E. Hemingway durante sus largas estadías en la mayor de las Antillas. Tomamos los famosos Daiquiris, acompañados de plátano frito, que para sorpresa nuestra era una delicia.

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La tarde llegaba a su fín. Volvimos al hotel y en menos de una hora estábamos atravesando el tunel subfluvial que nos llevaba a La Habana del Este, yendo a la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, a presenciar el tradicional cañonazo. Mientras esperabamos por el espectáculo del disparo comimos sentados en uno de los muros del fuerte, que miraba de frente a la ciudad. Las luces de La Habana se reflejaban en las aguas del canal que la separa del fuerte, embelleciendo aún más dicha imagen.

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Construida en 1774 tras la invasión y ocupación inglesa, la Fortaleza es el complejo militar construido por los españoles, más grande de América. Luego de la restauración de 1992, fue transformada en un espacio cultural, en el cual todas las noches se recrea el cañonazo que se realizaba a las 21 horas, para informar el cierre del fuerte y la colocacion de la cadena que imposibilitaba el arribo de embarcaciones a la bahía de La Habana.

Tras dejar atrás la fortaleza, fuimos a La Casa de la Música, un local grande, donde tocan bandas en vivo. Tal vez el cansancio estaba interfiriendo, o que el local fuera bastante caro y no podíamos gastar mucho. Pero no fue exactamente la mejor noche la que pasamos ahí.

Y así finalizamos nuestra visita a La Habana. Quedamos encantados con esa hermosa ciudad a la que volvimos y pasamos un día más antes de nuestra partida a Buenos Aires. Vuelta que aprovechamos, entre otras cosas, para visitar la Plaza de La Revolución, y sacarnos algunas fotos, antes de tomarnos el avión.

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3 comentarios en “La Habana

  1. Muy buena información sobre el viaje , y como se armaron ustedes mismo el paquete para recorrer este hermoso país.
    Quisiera saber por donde compraron los pasajes , y como se organizaron con los hospedajes en las casas de los cubanos.
    Mi intención es viajar el año que viene a cuba y agradecería todo las información posible.
    Gracias y a seguir viajando , chicos !!!!

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  2. Pingback: Cienfuegos tiene su guaguancó | Experientia Cuartera

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